Muchos creen que es fácil leer a Nietzsche, pues, dondequiera que se abra un libro suyo, resulta comprensible de modo inmediato. Por otra parte, es interesante casi en cada una de sus páginas: los juicios de Nietzsche fascinan; su lenguaje encanta; la más breve de las lecturas recompensa al lector. Sin embargo, tan pronto como éste, ateniéndose a tales impresiones, quiere seguir leyendo, surgen obstáculos. El entusiasmo por el Nietzsche inmediatamente agradable se convierte, con brusquedad, en repugnancia por una complejidad abigarrada y, en apariencia, inconexa. La lectura de su obra llega a ser intolerable, porque constantemente hay que leerlo de otro modo.
Pero tales reacciones no permiten alcanzar una verdadera comprensión ni tampoco entender la auténtica dificultad. A partir de la mera lectura de Nietzsche, se tiene que llegar a su estudio, entendiéndose este último como la apropiación, lograda por el trato con el todo, de sus experiencias intelectuales. En nuestra época, Nietzsche alcanzó tal totalidad: al pugnar por los límites y por los orígenes, representó el destino del hombre mismo.
KARL JASPER 1935
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