Con una declaración de principios
acerca de su propósito central comienza esta breve pero densa obra: hacer visible
el pensamiento negativo, en toda la rotundidad
de su crisis, como agente productivo capital de la «ideología» contemporánea. Semejante
tipo de pensamiento, además, parece poder identificarse como «crítica del pensamiento
dialéctico, a menos que nos engañe aquí el retorcido barroquismo del estilo de Cacciari,
o bien las sinuosidades de una traducción
desde luego nada fácil.
La productividad del pensamiento negativo
se detecta, en primer lugar, en el terreno de la teoría económica: la crítica de Bohm-Bawerk al libro tercero de El Capital,
en lo tocante al carácter contradictorio de la teoría del valor trabajo, y la metacrítica que Hilferding dirigió contra este
autor, consistente más que nada en negar la existencia del problema mismo, nos revela
el radical desconocimiento de la novedad
crítica que Man representa, al no negar ideológicamente, como después harían sus
críticos y defensores, los aspectos dinámicos
del sistema, no reductibles a los principios generales de equilibrio que la ley
del valor postulaba. Tomamos contacto, acto seguido, con la nota definitoria del modo de hacer del autor, la
obsesiva maestría a la hora de poner en relación los sectores más aparentemente
alejados.
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